La chica del taxi


 
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 Ella era valiente, decicida, pero estaba acomodada, lenta...

A ella le costaba tomar decisiones sobre todo esas en las que quedaba expuesto el corazón y el alma. No le gustaba para nada que se descubriesen sus sueños, se protegía con una sonora sonrisa que mostraba su sensual boca y que durante muchos años albergó el cautiverio de un querer que ahora había sacado de su vida pero no de su olvido, porque el olvido por desgracia tiene memoria.
Ella lo echó porque o era ella o él...

¡Por eso os digo que es valiente, mucho pero ella ni siquiera lo sabía!.

Empezó a dejar de ser ese robot que acariciaba el día con un café y un cigarrillo que se duchaba, vestía para salir hacia el trabajo que ahora le tocaba, sin contaminarse del ruido de los coches, de las gentes que también se dirigían hacia sus trabajos o de los pájaros que habitaban en las ramas de los árboles...de nada se enteraba, porque no había más pensamiento en su piel que él...se sumergía en sus recuerdos, los mejores, los únicos los que le hacían creerse feliz... y así pasaban los días sin pena ni gloria como se dice, capitulando las horas, los minutos y los segundos para volver a casa y cobijarse entre las sábanas y quitarse el frío del cuerpo a pesar que aún el verano no había llegado a su fin, sí sentía el invierno instaurado en su ser.
Hasta que tomó la decisión

¡Por eso os digo que es valiente, mucho pero ella ni siquiera lo sabía!.

También muchas veces mientras estaba en el trabajo colocando productos en las estanterías, se le iba la cabeza, y se preguntaba repetidamente: "¿Por qué a mí?", ¿Qué hice mal?, ¿Por qué me dejó de querer?"
Y se alojaba en su garganta un nudo nervioso, de los que pincha, de los que anuncian un dolor insuperable si no lo echas afuera, corría al baño pero no para llorar si no para respirar, inhalar todo el aire disponible en aquel minúsculo cuarto lleno de rollos de papel empaquetados, la fregona, el cubo, la escoba y un gran espejo de los que se iluminan al abrir la puerta, que le enseñaba sin remedio la imagen de una cara ojerosa, triste y seca de ilusión de la que se debía alejar cuanto antes, así era su cara...esa no era ella por mucho que ella se empeñase, sólo se hacía daño a sí misma un día tras otro albergando un no se qué, que de nada le servía...
Así que decidió que hoy, era el día de despedirse de ella misma...de dejarse atrás para vivir, sólo para volver a vivir, porque a veces se nos olvida...

¡Por eso os digo que es valiente mucho, pero ella ni siquiera lo sabía!.

Respiró fuerte muy fuerte mientras con paso ligero se acercaba al portal de su casa...se sentó en el sofá y se descalzó. Tomó el móvil y le escribió-no era la mejor vía de comunicación, siempre pensó que mejor cara a cara, pero tenía que hacerlo ya- palabras llenas de amor:

                  "Lo siento no puedo seguir así. Estoy acabando conmigo
                   por amarte sin respuesta, por mantener en mi alma
                   ni tan siquiera tu compasión. Si no quieres nada de
                  mí por favor, dímelo. Sincérate conmigo."

No pasaron ni dos minutos y tuvo su respuesta:

                  "Lamento que me digas eso, pero ahora mismo sólo siento
                  amistad y cariño hacia ti. Guardo un buen recuerdo de estos
                  cinco años contigo, pero lo siento no puedo ofecerte más"


¡Y ahora, ¿qué?-pensó ella-...Y se tumbó en el sofá pensando en el mar, en el oleaje, en la playa un lugar que siempre les había unido, para ella el mar era la paz, la luz, la vida... tenía que ir ya-pensó-...

Y se acurrucó sobre ella misma abrazada a un cojín. Y lloró, lloró un grito, desolador y frío. Y vomitó, y se volvió hacer miles de preguntas sin respuesta e interminables...y le contestó...

                " Tú nunca fuiste mi amigo. Todo lo que viví contigo fue amor, 
                  y no creo que te vea jamás así...así que me voy a desconectar 
                  de ti...adiós"

Y siguió en el sofá.
Y suspiró, sanándose.
Y se durmió.
Y esa noche soñó con ella.


¡Por eso os digo que es valiente mucho, pero ella ni siquiera lo sabía!.

A la mañana siguiente, se levantó como siempre se tomó su café, su cigarrillo, y se duchó. 
Era tarde pero pronto. 
Era el primer día de su nueva vida, de su nueva sonrisa, de su nueva ilusión...una ilusión extraña, real, sin nadie... porque descubrió que el mayor apego que debe existir es a uno mismo, -sin volverse egocéntrico- que amarse a uno mismo por encima de mucho es difícil pero necesario para aprender a querer sanamente a la vida, a todo lo que se tiene alrededor, para poder crecer y ofrecer todo lo que se lleva dentro, arriesgando, intentando y mostrando esa sorisa sonora que gustaba...

...¿Y cómo inició ese reencuentro consigo misma? os preguntaréis, pues dejándose llevar, viviendo hoy sin pensar en el futuro que sólo produce ansiedad.
Y también:
Se subió a un taxi para ir a trabajar, y contempló a los transeúntes, niños y niñas, árboles, pájaros, con una realidad aplastante, contempló la vida así como ella era, valiente...

-¿Chica a dónde te llevo?
-Lléveme hacia adelante- dijo ella-.

Y el taxi, inició la marcha...


¡Por eso os digo que es valiente mucho más de lo que ella misma sabía!.

(Para: MRMV)

By: Mónica Solís.






 





 


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