Crónicas Colegiales: Quiero ser mayor¡

                                                       

Durante unos años en los colegios con esto de las políticas nuevas educativas -en aquellos años claro, ahora sigue habiendo demasiadas políticas para todo- para conocer al alumnado, se dedicaban a realizar diferentes pruebas de razonamiento.

Los famosos test de inteligencia, que hoy por hoy a alguno seguro que lo recuerda con un entrañable afecto y odio.
Rondaría yo los 11 añitos, cuando lógicamente se realizó en mí colegio. A mí me llamó poderosamente la atención porque no tenía ni idea de que iba la cosa, pero me gustaba la idea de no tener clase en una mañana, la que tocara, pues así tampoco sufriría con mi asignatura preferida.
Recuerdo que para llegar al despacho de  psicóloga/o -no le pongo cara- había que subir un montón de escaleras, que yo subí descaradamente tranquila no me fuera a fatigar, lo que me supuso una media regañina de la monja que estaba haciéndole compañía, quiero decir que no sé que pintaba allí pero estaba.

Me senté, con aquel estribillo entrando por mis voluptuosas orejas:" "Fernanda, póngase derecha que le va a salir joroba". 
Estuve mirándola un ratín, a la monja digo, pensando:" Pobre hermana, seguro que a ella, no le decía nadie que se pusiera derecha, y por eso me dice eso a mí para que no me pase como a ella".
No era más tonta por que no se podía, en fin, que me alejo de mi historia.
Me dieron, no sé cuantos folios, para los cuales tenía cierto tiempo para finalizar, me aclararon que no era un exámen, y que con ellos podrían saber cuánta inteligencia, tenía...
!Ay, Dios¡ sé que pensé, que no me creía que no fuera un exámen pues lo llamaban test, y que seguro que después me ponían algún tipo de nota, que por supuesto suspendería... 
También recé para que no hubiera nada, nada de matemáticas... porque entonces sí que que iba a suspender de todas, todas...
Empecé con ritmo, los adultos que allí estaban se miraban y asentían con la cabeza, te hacían preguntas tipo, en qué región vives, qué es la penicilina, etc... luego venían unos ejercicios para señalar que sucesión de números seguía, que figura faltaba... ahí me lié un poco, normal, la base de ese test era la Matemática de Dios pero, lo verdaderamente terrible y que causo un impacto emocional terrible en los expertos-me refiero a mí respuesta,claro-, fue una pregunta...¿Qué quieres ser de mayor?
En ese momento, solté el lápiz... creo que fue el primer momento en que yo  tuve una terrible duda existencial.... Después de mucho meditar, eso creo yo, contesté algo así como:" quiero ser mayor"

Yo siempre jugaba con las nancys-tenía muchas- una pizarra, y los peines, a estos últimos les daba la vuelta, y hacía como si Miguel de la Cuadra Salcedo-con este hombre, tengo un trauma pero incluso de adulta¡- les hacía preguntas, y las respuestas las anotaba en la pizarra... Casi siempre jugaba sola -mi primo hermano Damián, era muy chiquitín aún-  me divertía mucho, siempre ganaba-me parto de risa- nunca había empates y por supuesto en mi mundo, que era mi casa, yo era la reina, así que, todo era genial¡ Por lo que mis profesiones favoritas estaban entre el periodismo y ser maestra... ¡Lo que es la vida!

Yo me imagino que, esperaban que contestase en el test, a lo que me gustaría dedicarme, pero la lié parda con aquella contestación...

Durante los siguientes días, repetí los test, llegué a saberlo de memoria; esta historia no se la conté a mi madre porque ¿para qué? si según la monja aquello no eran exámenes, así que no iba a tener nota, por lo tanto, tampoco me perjudicaría en nada.
Bueno, ingenua que era yo!.

Llamaron a mí madre para que fuera a hablar con la psicóloga. A mí madre no le gustó nada el tema, me preguntó si pasaba algo, pero no supe decir qué pasaba aunque le insinué que seguro que había suspendido unos test, y que si era así que las monjas me dijeron que no perjudicaría en la evaluación... Pues ardua y veloz y preocupada, mamá se fue para el cole, acompañada de mi tía claro está, ya que tenía la manía de clavarse las uñas en la palma de la mano por no estamparla a una monja, ¡Es que se pasaban conmigo, de verdad!.


No recuerdo como fue, pero sí recuerdo la conversación con mí abuela ya en casa... Mamá quería sacarme del colegio, inmediatamente, una vez más; por lo visto le habían dicho que nunca llegaría a ser nadie-que no nada-, ya que mi coeficiente intelectual, estaba dañado por la falta de un hermano jajajajajjajajaj 
Que al preguntarme por las profesiones había dicho lo de ser mayor, y que eso no era una contestación apropiada a mí edad, que estaba demasiado entre adultos, y que era necesario adoptar otra actitud ante mi necesidad de llamar la atención. Siempre les preocupó a las monjas eso de que fuera hija única, sería por los métodos anticonceptivos que se empezaban a usar a finales de los 70, digo yo no sé, ni me preocupa¡¡¡
Claro, mi madre, empezó a bajar todos los santos que había en su cabeza, y les advirtió que me dejaran en paz y atendieran más a la enseñanza que a las historias mentales, que a mí no me pasaba nada... que mi obsesión por ser mayor se debía a que quería ponerme tacones ya.... jajajajajjajajajajaj 

Mi abuela, no hacía más que santiguarse y decirle a mi madre que no se podía tratar así a una monja, y eso que mi abuela era la más roja que yo conozco, pero la educación era la única herencia bla, bla, bla....
Las monjas se quedaron planchadas, con la contestación-eso decía mi madre y supongo que la psicóloga también.
Es verdad, no tenía más afición que ponerme los tacones de mi madre, pintarme los labios, y pasear por casa diciendo a mí abuela que si tomabamos el vermut....Claro, por Dios¡¡¡¡ Era lo que veía hacer a mi madre y mi tía, cuando salíamos por la ciudad¡

Mil besos


Nota: ¡Hay que tener cuidado, como se juzga la actitud de un niño...a mí no me pasó nada, aunque intentaron cambiarme, gracias a que durante muchos años me acompañó en el viaje de la vida, mi santa madre, y a esa no le soplaba ni el viento¡¡¡

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