"Crónicas colegiales: nací pa pija"
Tengo un problema en la vista desde que era pequeña¡
Los chicos,me gustaban un tanto guapos, rubios y pijos,lo dicho, un problema de visión.
De aquella vivía en la zona de Magnus Blikstad en Gijón, y era un buen trecho hasta el Santo Ángel de la Guarda que ese ubicaba en barrio antiguo de la ciudad al ladito del Mar Cantábrico pero, daba igual, nos juntábamos unas cuantas y se convertía en un paseo inmejorable.
Una vez que llegábamos a la zona de la plaza del Parchís, ya la teníamos montada.
Íbamos con tiempo suficiente para sentarnos un ratito y mirar, mirar, estupefactas aquellos chicos, con sus privatas azules, sus naúticos, y sus caballeras rubias al viento-también como dije los había morenas, pero yo a lo mío, con los rubios- que hacían nuestras delicias.
No recuerdo muy bien cuántos me gustaban pero estaban todos "buenísimos" -creo que se empezaba a usar este adjetivo y se moría el de "cañón", que decía mi madre-.
Pues ahí estaba yo, con aquella falda tan horrible, mi melena morena-que ahora echo de menos- peinada con raya al medio y dos prendedores a los lados, ¡hay que tener en cuenta la época, por favor! Mis gafas y sobre todo aquellos dientes enormes-que aún tengo- con los dos paletos que me ayudaban a morderme el labio inferior de la boca-no por nada sexual eh-, en fin, yo me consideraba de aquella un adefesio.
Aquellos paseos me encantaban hasta que, siempre tiene que pasar algo, un buen día una de mis compañeras se lanza, animada por las otras, yo muda, a decirle algo al que le gustaba a ella.
¿Pero, a dónde iba? Yo tenía clarísimo que a estos pijos, jamás les gustaríamos, ni por asomo, no éramos populares, ni llevabamos lazos de Don Algodón ((¡¿os acordáis?)) ni parábamos, en el Grupo, ni íbamos a esquiar, ni en el Mikes de Menéndez Valdés los sábados...si a la mayoría no nos dejaban salir, ni nada de nada.
Siempre percibí estas situaciones clasistas, analizaba estas cosas muy bien aunque muy inocentemente por supuesto.
Claro si fuera hoy le hubiera dicho que ni se le ocurriera, que viniera él, pero en aquella época, ¿qué tenía de malo preguntarle la hora a un chico?
Teniendo en cuenta que llevaban semanas riéndose a mandíbula abierta de nosotras, se nos notaba mucho, mucho, que aquellas sentadas era para verles, pues salió mal.
De la que se acercaba su pie tropezó con una baldosa y cayó de morros, nosotras nos levantamos inmediatamente, pero el mal estaba hecho, se le vieron las bragas rosas, la falda se le enganchó en la cabeza, se hizo daño en la muñeca y su dignidad se había evaporado y encima se echó a llorar mientras ellos, aquellos chicos guapísimos se reían de nuevo de aquellas cinco amigas que antes de enfrentarse a un día duro de aprendizaje, les encantaba soñar que eran como "Candy, Candy" y que su príncipe las rescataría.
¡¡¡¡¡Y una Mierda, pinchada en una palo. Allí no llegó ningún príncipe a rescatarla!!!!!!
Al día siguiente y con la mano vendada porque se hizo un esguince, decidimos democráticamente y por una vergüenza enorme, cambiar nuestro trayecto ahora era más largo la caminata nos hacía recorrer toda la calle Corrida. Pero lo que tiene la juventud: ilusión y esperanza y a veces hasta caridad.
A nuestro paso nos encontraríamos con una nueva parada del autobús del Colegio Liceo, más chicos, morenos, rubios y guapos, muy guapos... pero esto os lo cuento otro día.
Mil besos
Esta selección se debe a que hace unos días me topé-logicamente no sabe quien soy- con uno de aquellos... Ahora está gordo, bajo-hombre de aquella me parecía alto- calvo y feo¡¡¡¡
ResponderEliminarCon lo monísima que estoy yo¡
ay nena a ti te gustaban los pijos,pero yo tenia un ojo pa los burros y ya despues de mayorcita pa los cabr......y los vagos q no veas.vaya q yo ya salia de casa con el iman pa toa esa peña.moni,me encanta wapi.cuanto me he reido imaginadome algunos echos vaya,y por supuesto cuantos recuerdos.por cierto q sepas q nosotras como el vino,ya sabes.jejejej
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