"Crónicas colegiales: Mi amigo el deporte"


Aunque intente mirarlo desde diferentes prismas está claro que la fama de patosa-que aún me persigue- nace en el mismo momento que me animé yo solita hacer deportes varios en el colegio.
No me conformaba con las excursiones por los prados Asturianos, en los que practicábamos el sano ejercicio del paseo que va.
Tenía que ser como las demás y meterme en camisas de once varas, como el fracaso ni se asomaba por mi mente a esas edades tempranas para que iba yo a desistir, ni hablar.

Como en todos los colegios una de las asignaturas llamadas "Marías" era la gimnasia, no sé porque era obligatoria, pero se convertía dos veces por semana en un deber obligatoriamente horrible, por que mientras te dictaban una tabla de ejercicios aeróbicos-esa palabra es muy moderna de aquella no se pronunciaba- todo iba bien, derecha, izquierda, arriba y abajo etc...Bien. Sin problema, pero en el momento que nos decían aquello de "espalderas" ahí estábamos las más "super geniales" "las rítmicas" emulando a Nadia Comaneci en un pésimo día...


Éramos tres o cuatro, las que siempre la armabamos, nos retorcíamos un pie, un esguince de muñeca, rogábamos aquello de: "profe no puedo salir de aquí".

¿Para qué las espalderas, barra fija, o potro? Acaso irías a comprar el pan haciendo volteretas... Hablando de volteretas y las laterales, ¿Pa qué?

A mí se me daba bien todo lo que fuera rectando la vuelta al gato en una colchoneta-tenía otro nombre más profesional- vamos, todo el estilo de Eva Nasarre, me chiflafa, y correr, correr, rápido osea de velocidad no de resistencia.

Cuando nos decían aquello de 10 minutos corriendo, el cuerpo se volvía bola iba como un moribundo hacia la meta, sin embargo las competiciones de velocidad cómo me gustaban.
Claro quedaba la 2ª ó 3ª posición -la que quedaba la primera no me interesaba ganarla, era la "prefe" de los profes, no les iba yo a quitar la ilusión, pobres jajajaj que me ayudaba a subir nota...
Con los años seguiría corriendo y corriendo porque la vida así te lo marca.
Juraría que fue en 5º de E.G.B cuando hubo una reunión de padres para anunciar que empezaban las clases de baloncesto. Mi madre iba advertida por mi insistencia que debía apuntarme sin falta que no se le olvidara, y que claro había que ir a comprar un chandal, zapatillas etc...Los diálogos con mi madre eran alentadores me decía aquello de: "No te apuntarás para dejarlo a los dos días", que poca fé.
Las clases eran los sábados por la mañana o eran por las tardes, me falla el recuerdo y juraría que el entrenador se llamaba "Santos" pero no estoy muy segura, en fin. 
Emocionada escuchaba atentamente aquello de que se jugaban cuatro cuartos, flipé cuando no éramos tantas en la cancha-debí creer que sería como el fútbol once jugadores por equipo, me parto, que si practicamos mucho, todo iba muy bien, me dolían las muñecas pero era lógico el balón era muy grande, todo iba bien.
Al menos hasta que unos meses después empezamos los campeonatos entre colegios ¡Dios, que mal¡ Yo lista era, porque le dije a mi madre que no viniera, que no se preocupara.
Y empieza el primer partido, no recuerdo contra quien jugábamos pero eran enormes, y tenían un dominio brutal de la pelota... ¿qué hacía yo ahí metida?
Recuerdo que el míster, me miró y yo abrí los ojos como diciéndole: "vamos a perder".
En el primer cuarto ya llevaban una ventaja de diez tantos y aquello no se acababa.
Descansé los otros dos y como me dediqué a animar al equipo como una verdadera "cheerleaders" pero en chándal no me imaginaba el final, al menos yo me lo estaba pasando genial, no entendía del honor, orgullo del ganador y esas cosas.

Aquella faceta de animadora creo que estimuló al entrenador, quedaba ya el último cuarto y me saca; con la boca abierta le miro y le hago un gesto como diciéndole "tú quieres que perdamos".


Estaba agotada de tanto salto y ovación a un equipo perdedor, el mío, así que mucho no iba a poder hacer. Nos había hablado mucho de las lesiones en este deporte, como en todo podían llegar a ser fastidiosas.

Empieza el último tiempo no íbamos tan mal recuerdo que nos sacaban unos 15 puntos de ventaja, lo cierto es que nos lo estábamos haciendo pasar mal, yo no corría a por la pelota, ya iba caminando ¿Para qué el esfuerzo si perderíamos de todas formas? Así que cuando yo iba, el balón venía y todo así.
Miraba a las gradas donde mis compañeras se partían el pecho; pero las otras, las gigantes se lo tomaban demasiado en serio, jugaban a ganar y a matar, ¡la madre que las...¡ 
En un movimiento de éstas, lanzan el balón con tal mala suerte-para mí- que aterriza en mi cara, poneros en situación, velocidad+potencia=fuerza+mala leche, me quedé petrificada en el sitio, y sentí que me estallaban los ojos, la nariz..., la pelota cayó rebotando en el suelo y el juego se paró, viene el arbitro me dice que si estoy bien. Le digo que si, sin voz y miro al entrenador, me saca, pone a otra compañera y se reanuda el juego.
Estuve conmocionada el resto del día.
Ya en casa, oía a mi "güela" decir a mami, "lleva a la neña al médico que quedó mal, y esos son juegos de machos así que sácala"

¡Con lo contenta que estaba yo, que así podía hablar con mi padre de algo que le llamara la atención! 
Y ahora qué iba hacer con el chándal nuevo, Ufff. 

(Con los años comprendería aquello del rastro el domingo, la barra de pan y bendito chandal jajaj)
Y me sacaron, claro¡

Comentarios

  1. ayyy lo q me he reido.he de reconocer q alguno de esos momentos me son familiares.yo tambien corri.bueno,algo parecido,jiji.elastica si era pero lo q se dice correeeeerr.en fin moni,genial nena una vez mas.sigue asi q te lo estas currando pero bien.bsin

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